
Me ha costado encajar esta historia de discriminación doméstica en una época tan cercana como los años sesenta. No sé porqué mi cerebro se negaba a asimilar que al mismo tiempo que Bob Dylan cantaba y Neil Armstrong pisaba la luna, en Misisipi se produjeran escenas de discriminación racial como las que narra el libro y continuamente tenía que obligarme a reubicarme temporalmente.
Es una historia fácil de leer pero un tanto plana, con un final previsible y unos personajes maniqueistas, buenos o malos, rubias platino vestidas de rosa chicle, negras gordas y bonachonas y los hombres sombras poco presentes y sin opinión ni personalidad en el entorno doméstico.
Creo que en este caso habría sido preferible ver la película.