La memoria es un caja de sorpresas. Clasifica cómo y dónde le parece. Trae al presente con detalles vívidos acontecimientos lejanos y no nos permite recordar lo que hemos comido ayer. Graba a sangre y fuego las historias de algunos libros (yo recuerdo cada página de Cien años de Soledad como si hubiera vivido una larga temporada en casa de los Buendía) y otras novelas se me van olvidando a medida que las voy leyendo. Este es el caso
No se por qué ni cómo cayó este libro en mis manos. Tiene un cierto aroma al comisario Maigret y a novelas de Simenon que yo siempre leía cuando era niña y un catarro me obligaba a quedarme en cama. Pero la historia de puro rocambolesca no engancha y los personajes pretendidamente originales se quedan en personajes de museo de cera. Vamos que no me ha gustado. Y aún así, se quien es el asesino. Pero no os lo digo...
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