Que difícil es para una mente mediterránea imaginar una existencia como la del Barón Trotta. Su temperamento adusto, sin ambición y casi sin afectos. Sólo la llamada del deber y la verdad como valor absoluto, aderezado con un leve sentimiento de presunción. Una vida plana pese al heroísmo que a decir verdad se manifiesta como algo absolutamente casual.
Las descripciones de Roth son preciosistas y su prosa sobria. Pero quizá no debería haberlo comprado en inglés poque me temo que voy a tardar mucho en leerlo. En fin, como diría un emperador romano, la suerte está echada ¿no?
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